domingo, 1 de febrero de 2015

Créditos condonables: más allá de la meritocracia

Sintetizando el artículo 13 del Pacto Internacional por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 de la Organización de Naciones Unidas - ONU, la política educativa de los países debe centrarse en tres categorías: cobertura, calidad y meritocracia. La categoría más importante de todas es la cobertura, pues hace referencia a un mandato universal: el llamado a garantizar el derecho a la educación accesible y gratuita; en orden de importancia sigue la calidad, es decir la garantía de que esa educación sea de calidad; y por último la meritocracia, que de acuerdo a la ONU implica la "implementación de un sistema adecuado de becas".

En Colombia se ha abierto un debate alrededor del piloto "Ser pilo paga", una iniciativa del Ministerio de Educación que se centra en la meritocracia y genera equidad. 

Una lectura de este piloto es que, en vista de que Colombia no ha logrado ni la cobertura, ni la calidad de la educación, entonces centra sus esfuerzos en derribar el obstáculo económico, de  modo que estudiantes de escasos recursos y excelentes resultados en la prueba Saber 11, puedan acceder a las mejores universidades del país.

Debido a que el piloto "ser pilo paga" corresponde a una política de meritocracia y equidad, resulta poco útil analizarlo o valorarlo desde las otras categorías, pues el programa no fue diseñado para resolver problemas de cobertura o calidad. Por este motivo es desproporcionado que los autores del programa y la Ministra justifiquen la política de créditos condonables, basados en un criterio económico que compara el costo de los 10080 créditos con el presupuesto que el Estado invierte en las Universidades Públicas, pues la financiación de éstas sí resuelve problemas de cobertura, calidad, equidad y aunque en menor proporción, también meritocracia.

Se puede comprender que al fortalecer programas de meritocracia y equidad se esté acudiendo a un plan de emergencia para mitigar los problemas de la educación superior en Colombia, pero al mismo tiempo es muy claro que no es una solución transversal.

Si el reto del Ministerio de Educación es una revolución educativa universitaria, el Estado tendrá que atender y por supuesto invertir en las tres categorías, privilegiando la cobertura.

La implementación de programas que fortalezcan la meritocracia no es justificación para eliminar del debate los problemas de cobertura y calidad, que en esencia son el verdadero reto de la educación superior en Colombia.


¿Invierte lo mismo el Estado en la Universidad Nacional que lo que vale la matrícula en la Universidad de los Andes?


La ministra Gina Parody y los investigadores de la Universidad de los Andes que diseñaron el programa "Ser pilo paga" han divulgado a la opinión pública que el Estado invierte el mismo dinero en la matrícula de un estudiante de los Andes, que en uno de la Universidad Nacional. Al respecto han surgido muchas críticas. 

En El Espectador el Ingeniero Roberto Zarama afirmaba hace unos días qué:
"Según nuestros cálculos, y a pesar de los imaginarios, encontramos que vale casi lo mismo sostener a un estudiante en una universidad pública que en una privada: mantener a un estudiante en la Universidad de los Andes durante un semestre vale $12 millones y medio, mientras que en la Universidad Nacional cuesta $11’900.000"
Días más tarde la ministra Gina Parody intentó reproducir esta información en RCN (minuto 5), mostrando confusión en las cifras entregadas por Zarama & Penagos:
"El costo de la Universidad Nacional es bien similar a la de los Andes. Es igual. Un semestre en la Universidad Nacional le vale al Estado 20 millones. Así que cuando uno mira el costo de la matrícula de los Andes resulta siendo igual."
Una de las dificultades para hacer esta afirmación, es que el Ministerio de Educación Nacional no tiene datos oficiales que permitan determinar el costo de la matrícula de un estudiante en las diferentes carreras de las universidades públicas del país.

En un artículo del 2011 sobre la gratuidad de las universidades públicas, la Revista Semana advertía qué:
"Un asunto que poco se menciona es que las universidades no saben cuánto vale un estudiante en cada carrera, lo cual complica los cálculos."
Desde esta perspectiva, el debate es enriquecedor, pues esta información es vital para poder trazar políticas educativas y pone al descubierto la necesidad de que el Ministerio implemente cuanto antes los mecanismos para obtener estos datos.

Para afirmar que es igual "sostener a un estudiante en los Andes que en la Nacional",  los investigadores de los Andes basaron su cálculo en la división de los costos operacionales de las universidades entre el número de estudiantes matriculados, pero este dato es malinterpretado, pues este valor no es equivalente al costo promedio de la matrícula, ni tampoco al aporte que el Estado hace por cada estudiante matriculado en las diferentes universidades públicas.
Dentro de los costos operaciones se incluyen gastos de las Universidades Públicas relacionados con investigación y extensión, que se cubren con recursos propios y no aportados por el Estado; pero además se omite que los gastos de las Universidades Públicas no son solo para los estudiantes matriculados, también para servicios que se ofrecen a los ciudadanos. Existen varios ejemplos: el disfrute del campus (restringido en las universidades privadas), acceso a museos, eventos culturales públicos o producción de conocimiento e información de acceso gratuito y público, entre otros.

Según el informe del 2012 del Banco Mundial: Reviews of national policies for Education: Tertiary Education in Colombia, durante el año 2011 el Estado colombiano subsidió 9 millones de pesos por estudiante matriculado en la Universidad Nacional de Colombia, no 11,9 millones semestrales (24 millones anuales) como afirman Zarama & Penagos.
De acuerdo a los datos de la Revista No. 19: Estadísticas e indicadores de la Universidad Nacional de Colombia, es posible dividir los aportes de la Nación a la UNAL entre el número de estudiantes matriculados para cada año. Este ejercicio solo permite demostrar que el Estado no ha pagado 24 millones de pesos anuales por estudiante(1). Para calcular el monto del subsidio de la Nación a cada estudiante es necesario recurrir a una metodología más robusta.







Según las estadísticas de la UNAL, se puede inferir que durante el lapso de tiempo entre el 2004 y el 2013, el Estado dejó de aportar el 10% del presupuesto total de la universidad, pasando de aportar el 64.1% en 2004 al 54.8% en 2013; a pesar de esto la Universidad aumentó la cobertura en 7000 cupos y disminuyó en un 13% la tasa de deserción; pero al mismo tiempo dejó de invertir en infraestructura, razón por la cuál algunos edificios del campus están en situación crítica.


¿Qué impacto tendría en la cobertura y calidad de la educación superior una mayor financiación a universidades públicas como la Nacional? 

Ojalá el Estado invirtiera 25 millones de pesos (promedio anual matrícula en los Andes) por cada estudiante matriculado en las universidades públicas, de este modo estarían en capacidad de invertir en lugar de solo sobrevivir, y a largo plazo esto se vería reflejado en un aumento de plazas, mayor investigación y por ende calidad.


Ser pilo paga


El piloto "ser pilo paga" promete ser un experimento social y pedagógico interesante y enriquecedor, que implica retos importantes para las universidades receptoras, en su mayoría privadas.

Los nuevos estudiantes, que si bien son los mejores dentro de la categoría SISBEN 1 y 2, pertenecen a una parte de la población deprimida culturalmente, no bilingüe y sin capacidad económica para garantizar su manutención, por este motivo las universidades tendrán que transitar el camino de la inclusión (2) para derribar los obstáculos de aprendizaje que se forjan en las mismas aulas como la segregación o los métodos y programas inapropiados para el aprendizaje.

Las universidades privadas que hoy reciben una buena proporción de estudiantes de primer año del programa "ser pilo paga", asumen la responsabilidad de facilitar el camino para que la tasa de deserción de los nuevos estudiantes sea muy baja y puedan culminar sin que sean atropellados o segregados, y aceptándolos en su condición cultural, humana e individual.


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(1) Este cálculo no contempla una metodología que permita especificar el monto del subsidio que aportó la nación a cada estudiante entre 2004 y 2012. Un dato oficial debería obedecer a una metodología determinada por el Ministerio de Educación o por la Universidad Nacional de Colombia.
(2) La inclusión es un tema muy avanzado en las Universidades públicas. La Universidad Nacional por ejemplo, tiene uno de los mejores programas de inclusión del país, brindando a los estudiantes manifestar con libertad sus expresiones sin importar el género, cultura, discapacidades, origen o nivel económico.

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